Córdoba, República Argentina. Miércoles 23 de octubre de 1996.
AC/DC EN CONCIERTO
La pesada del rock
En momentos en los que el rock se está agotando en la repetición de fórmulas o en la exacerbación de estilos rebuscados, ver un show de la banda australiana AC/DC resulta una experiencia revitalizadora. ¿Por qué?
Porque más allá de la seriedad que supone el sonido de "Seattle" y los traumas revelados en las letras suscriptas por los héroes del grunge, los AC/DC proponen riffs de equipos valvulares saturados y, como siempre lo hicieron, cuentan historias de chicas y autos, con un gesto de autenticidad que deja sin sentido cualquier intento por caracterizarlos como descomprometidos.
Porque al margen de la reacción sarcástica y los desplantes de los nuevos héroes de clase trabajadora del pop británico, los australianos no se ríen de nadie, no destruyen hoteles y se muestran ante la obsesiva prensa del rock como una banda de amigos dispuestos a divertir a la mayor cantidad de personas posible. A lo largo y a lo ancho del planeta.
Porque son los heroicos sobrevivientes del pelotón de bandas de los '70, hoy en día más preocupadas por hacer unos pesos reuniéndose que por resignificar su antigua propuesta. A contramano de este tipo de especulaciones retrospectivas, el guitarrista Angus Young y los suyos siempre estuvieron grabando y girando. Con altibajos estéticos, es cierto, pero con la energía y la convicción de sus primeros años.
Para demostrar que estos análisis se legitiman en un directo, Angus Young, su hermano y también guitarrista Malcom, el cantante Brian Johnson, el bajista Cliff Williams y el baterista Phil Rudd realizaron dos presentaciones en el porteño estadio del actual puntero River Plate, el pasado fin de semana. Se trataba de una cita de honor, tanto para críticos, melómanos y, por supuesto, para toda la fauna heavy argentina, que adoptó a la banda como propia pese a que su perfil "de rock esencial" contrastaba con el legado bien metálico de Judas Priest, Black Sabbath e Iron Maiden.
Envuelto en llamas
Las expectativas generadas en torno al concierto del fin de semana en Buenos Aires se cumplieron con creces, al punto tal que, durante dos horas, el público perdió todo contacto con el mundo exterior, sumido en un torbellino de efectos especiales y auténtico rock & roll.
El show comenzó con la proyección en pantalla gigante de un corto animado por Beavis & Butt-Head, en el cual los personajes más "despreciables" de la MTV recorren los camarines de un estadio y llaman a los músicos a escena con un gesto molesto. La cara se les borra cuando se topan con un "diabólico" Angus Young que sonríe envuelto en llamas.
Posteriormente, la acción se traslada al escenario mayor, donde una bola de demolición va de un lado al otro amenazando con romper una pared construida a metros de los instrumentos. Una vez que el muro cae, automáticamente se levanta otro. Pero éste no está formada por ladrillos sino por músicos: el trío que integran Malcom Young (guitarras), Cliff Williams (bajo) y Phil Rudd (batería). Sobre esa construcción se desenvuelve todo el carisma, despliegue y técnica de Angus, y el grito desgarrado del antihéroe Brian Johnson.
Arrancaron con Back in black y prosiguieron reivindicando a Bon Scott (el primer cantante de la banda desaparecido trágicamente en los últimos '70) con la ejecución de Shot down in flames (Envuelto en llamas) y Girls got rhythm (Las chicas tienen ritmo), dos temas del disco Highway to hell (Camino al infierno) que nadie imaginaba que fueran a sonar. Mucho menos en el segmento inicial del espectáculo.
Sin poder reaccionar todavía por la conmoción, un estado de ánimo al que también contribuyó el rock Shoot to thrill (Disparo a la emoción), el público asisitió extasiado al strip tease que Angus desarrolló durante el blues Boggie Man, en el que demostró que, sin sus curvas y en un rito similar, Demi Moore no puede erotizar a nadie. Pero, a diferencia de lo que hace habitualmente en otros países, Young prefirió no mostrar sus nalgas al público, probablemente advertido que en Argentina existen cíclicas reacciones conservadoras.
Sin ahorrarse absolutamente nada, la banda se paseó por su historial como si estuviese en tierra conocida. Mientras tocaba, Angus Young corría de un lado a otro del escenario (para ser una persona que fuma dos etiquetas diarias lo hace bastante bien), provocando el delirio de miles de personas que conocían y disfrutaban de ese gesto por videos o por la película Let there be rock (Deja que haya rock).
Por entonces, los saltos y brazos en alto no mermaron en absoluto. Por el contrario, se tornaron más vertiginosos por culpa de la canción You shook me all night long (Me sacudes a la noche) que fue ejecutada mientras se inflaba una muñeca gigante con anatomía de geisha.
En el final, casi de la nada aparecieron por el escenario ocho cañones que preanunciaban un epílogo a toda lágrima. En efecto, durante el tema For those about to rock (We salute them), y mientras los cañones se disparaban en forma coordinada con los cortes, el corazón galopaba y decía "basta, es demasiado".
Los músicos así lo entendieron y no tocaron bises. En realidad, no hacía falta.
Germán Arrascaeta
Los hermanos son unidos
Mientras la prensa del rock está preocupada por las rencillas entre los hermanos Noel y Liam Gallagher (conventilleos que estuvieron a punto de separar a Oasis, la banda británica más vendedora de los últimos tiempos), desembarcó en nuestro país AC/DC, otra banda liderada por hermanos. (Las siglas AC/DC corresponden a "Antes de Cristo/Después de Cristo" y no, como se dijo alguna vez a Anti-Cristo/Muerte-a-Cristo en inglés). Pero en el caso de Angus y Malcom Young, además de llevar adelante una armónica relación afectivo-musical, tienen comportamientos que se ubican completamente al margen de todo desplante. Será por eso que llegaron casi en silencio y se retiraron envueltos en el bullicio de la gloria. Además, demostraron que el rock convoca y existe al margen del tortuoso manejo de los medios que, antes de la visita de los grandes del rock internacional, ponen declaraciones explosivas o citas fuera de contexto para enrarecer el clima.
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