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sábado, 15 de febrero de 2025

Historia del Rock Cordobes - Otra noche de blues en la ciudad



Córdoba, República Argentina. Domingo 20 de octubre de 1996.


MUSICA


Otra noche de blues en la ciudad

Cuando Javier Martínez, Alejandro Medina y Claudio Gabis inventaban Manal hace casi 30 años, probablemente no sabían que estaban señalando "la" manera de hacer blues en la Argentina. No es difícil encontrar semejanzas espirituales entre el lamento surgido de los esclavos africanos en Norteamérica y las quejas del bandoneón que el dos por cuatro le regaló a los 100 barrios porteños. Entonces, entre acordes de blues y alma de tango, aquel trío fundador sentó las bases sobre las que más tarde comenzaría a trabajar Memphis La Blusera, una de las bandas más populares de la escena argentina actual, que en la noche del viernes desbordó las gradas del teatro griego con su sola presencia.
Junto a la Mississippi, Memphis ha impuesto el blues local, con mayor dosis de marcha y menor voltaje heavy que el que supo imprimirle al género la guitarra de Pappo Napolitano. En conjunto, ellos lideran una especie de escuadrón blusero dentro del rock nacional, que se ganó más aplausos de los esperados en lo que va de la década. Tal vez el culto por Steve Ray Vaughan, quien falleció en 1990 cuando se lo consideraba la gran esperanza blanca del blues; quizá la búsqueda de una alternativa de simpleza frente a la catarata sonora del grunge; o a lo mejor el solo contraste entre una canción sentimental y la frialdad de los ritmos de moda; lo cierto es que la fiebre blusera se subió a la cabeza de las nuevas generaciones y refrescó el álbum de recuerdos de muchos que ya cantan los cuarenta.
Tras recorrer un largo camino sobre los escenarios desde finales de los '70, la Memphis se encontró con el éxito un par de años atrás y se aferró al golpe de suerte: algo de boogie, un poco de melodías arrastradas, la voz noctámbula de Adrián Otero y las letras sin rodeos, caracterizan la efectiva apuesta del grupo que no tarda en encontrar fans dispuestos a aplaudir. Sobre el filo de la caricatura del macho porteño (la vieja, la ginebra, las minas, los amigos, el laburo), La Blusera reconstruye el universo suburbano al que algunos reivindican sin pertenecer y otros pertenecen sin reivindicarlo.

Aceite y vinagre

Pasos semejantes son los que consolidaron en Córdoba a La Aceitosa, el grupo soporte que estuvo a la altura de las circunstancias y hasta se atrevió a alcanzar la decena de temas que otros teloneros ni siquiera sueñan con entonar por miedo al escarnio. Pero el viernes el ambiente era familiar, en la tribuna los niños jugaban y sus jóvenes padres batían palmas sin discriminar quién ocupaba el escenario. Por eso, estuvieron de más las corridas, los pisotones y los empujones de los policías adicionales y de los pibes que ostentan remeras de "seguridad". La insistencia por detener a tres o cuatro colados no justifica las molestias que debió sufrir la gente que había pagado su entrada.
La Blusera, ajena al protagonismo de los custodios del orden sobre las escalinatas, levantó los ánimos con el Boogie del preso, el Blues de Rosario y Moscato, pizza y fainá. Y, por supuesto, sus hits radiofónicos no quedaron fuera del repertorio: Un montón de nada, promediando el espectáculo, y La bifurcada, en los bises, recibieron el espontáneo coro de la multitud. Más tarde, el público salió en busca de una mesa de bar para sellar el ritual de una noche en la que el blues izó su bandera, entonó sus himnos y juró fidelidad a sus ideales.

Raúl Dirty Ortiz

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